Informalidad laboral, una forma digna de sobrevivir: "Mejor trabajar honradamente"
El trabajo formal no está siendo la única vía para que las personas cuenten con las cosas básicas para vivir.
La informalidad laboral en el país va en aumento y el Dane lo confirmó este miércoles en la víspera de la celebración del Día del Trabajador. En el período entre enero y marzo del año 2025, llegó al 57,2.
La estadística muestra un aumento comparado con el mismo período pero del año 2024 (56,3).

A pesar de que se busca disminuir la informalidad en el país, muchos lo ven como una oportunidad para vivir y sostener a sus familias.
Y si bien la informalidad no se busca, algunos terminan dentro de ellas por distintas razones: migración, educación, decisión propia, libertad o acusan al Gobierno de esta "problemática".
Con motivo del Día del Trabajador, Zona Cero dio voz a trabajadores informales y a pesar de que tienen distintos caminos, concuerdan en el trabajo honrado antes que otros caminos y cómo este es valioso para el disfrute de sus actividades.
Gobierno apoya más la delincuencia que el comercio
El barranquillero Jeison Landero Herrera, de 32 años, tiene desde su adolescencia un puesto informal de ventas de mecatos, dulces, pasabocas, fritos, entre otros. Estudió diseño gráfico pero nunca le pareció la idea de trabajar para alguien y depender económicamente de una empresa, por lo que decidió vivir de la informalidad.
A través de la informalidad, cuenta orgulloso que logra tener techo, comida y una hija, a quien puede brindarle las necesidades básicas.
Labora de lunes a sábado desde las siete de la mañana hasta las siete de la noche, sacando pecho de conseguir estabilidad económica.
Sobre el crecimiento de la informalidad, considera que también es un problema de Gobierno al "preferir apoyar la delincuencia antes que el comercio".
"La situación a veces también depende de educación, oportunidades... El Gobierno apoya más la delincuencia que el comercio, son más flexibles", aseguró.

En busca de un mejor futuro
Desde Maracaibo, Venezuela, Deisy Emely Martínez Liñán llegó hace siete años a Barranquilla con la ilusión de un mejor vivir para ella y sus hijos a través de la informalidad, labor que también ejercía en su país pero que por el Gobierno de Maduro prefirió emigrar.
Deisy vende frutas (piña, banano, fresas, patilla, entre otros) de lunes a sábado desde las seis de la mañana hasta las seis de la tarde y sus hijos son su fuerza para salir a vender todos los días.
Se siente a gusto en Barranquilla y afirma no poder quejarse de la capital del Atlántico, ciudad que le ha dado techo y comida.
Defiende la informalidad al siempre haber trabajado independientemente y se muestra orgullosa de salir adelante de forma honrada.
"Mejor trabajar honradamente que hacer cosas que no se debe. La plata que se suda sí vale la pena", afirmó.

Desplazado por el conflicto armado
Desde hace ocho años, Argelino José Díaz Martínez (49 años) vive del trabajo informal vendiendo desayunos y almuerzos de arroz, frijoles y huevos, comida que prepara desde la noche anterior.
Argelino es de Tuchín, Córdoba, y desde los 17 años llegó a Barranquilla al ser desplazado de su tierra por el conflicto armado.
Aquí, empezó a trabajar como albañil directamente con empresas y conformó un hogar con su pareja y sus tres hijos, quienes gracias a la venta informal, puede darles educación.
Llegó a la informalidad hace ocho años por una lesión en su mano izquierda que no le permitió continuar laborando como albañil.
Agradece contar con clientes para la venta informal, sector que le permite tener una vida.
